A veces no perder algo que
queremos, nos hace replantearnos una serie de condicionantes en los que no
reparamos; hasta que nos damos cuenta de que vamos a perder "lo que
sea".
Llegados a este punto, hay que
pararse, valorar, priorizar, y eso lo hacemos pero, y que pasa con las
emociones?... Si, esas cosas que son consecuencia de los sentimientos... Qué
hacemos con eso?...
Tenía bien controlado su sitio y
el suelo que pisaba. Cierto que jugaba y lo hacía desde el punto en que el
juego era, tan solo eso... Un juego. Un juego compartido y disfrutado
entremedias de conversaciones, reflexiones, risas y porqué no, también algún
que otro llanto. Confidencias y complicidad. Cariño y respeto. Quizás el
tiempo, la admiración mutua, los silencios entendidos, las reflexiones fueron
dando paso a una confianza cada vez mayor y mas autentica. Salió de su
ostracismo y aprendió a compartir esa mezcla de juego y comunicación.
Lo "otro" estaba a buen
recaudo en la caja de pandora. Esa que sabe contener bien y de todo. Pero que todos
sabemos que si la abrimos puede salir cualquier cosa de ella, incluso aquello
que tienes guardado en lo más profundo, tanto que ni llegas a sospechar que
siga ahí...
Estamos preparados para
abrirla?...
A veces nos creemos seguros
porque esta tan bien cerrada que nada ni nadie podrá abrirla jamás. Miedo, precaución?...
pero en todo caso sabemos que no será uno el que la abra.
Sabemos lo que puede salir aunque
lo obviemos, aunque lo disfracemos y de ahí que sea preferible mantenerla en su
sitio.
Y un día llega el subconsciente y
sin más, plaf!! la abre. Y no es que no hubieran avisos. La caja alguna vez vibraba
como queriendo salir pero no se la escuchaba y así resultaba fácil seguir en la
línea y no salirse de ella.
Y se abrió. Se abrió debido a que
todo puede disfrazarse a que todo puede esconderse pero por mucho que queramos,
acaba saliendo a la luz. Y cuando eso ocurre... Por más que queramos obviarlo,
lo intangible se hace, cuanto menos visible y a veces no sabemos cómo
afrontarlo...
Y ganamos o perdemos. No hay
opciones a elegir. Y eso, genera impotencia. Las emociones no se pueden
contener, es algo que esta y vive en nosotros. Tan solo basta que nosotros mismos
o de forma externa, nos hagan encararlas. Y la forma de encararlas, de hacerles
frente ya no solo depende de uno mismo, ya depende también de ese cómplice...
Nos empeñamos en buscar la
felicidad a toda costa, todos los días de cada año, nos llenamos de buenos propósitos
y no nos paramos a valorar que la felicidad es un puñado de acciones y
sentimientos que nos van pasando a lo largo de cada día. Y de ahí el miedo a
perder lo que hay, lo que tenemos si se abre
la caja...
Y si, da miedo, mucho miedo a
veces...
Miedo a sentir, miedo a perder, miedo a no saber...