Aquel día, hablaban madre e hija de lo que suponía esta
frase en la vida de muchas personas. Ambas se contaban su propia historia
porque, solo aquellas personas que saben lo que en realidad significa
mantenerse "fuerte", pueden entenderla.
-En realidad -Le contaba la madre-No todo el mundo es tan
fuerte y en todo caso hay niveles de fortaleza.
-Que es eso de niveles mami?
-En mi opinión, hija, todos somos fuertes pero la prioridad de
la dificultad de cada uno hace que el nivel sea más o menos alto.
-Quieres decir como el mío?
-Si, mi pequeña. Ante el tuyo hay que tener una fortaleza de
un alto nivel. Hay que sacar de donde no hay porque, la dificultad te hace
sufrir y como madre sufro por dos. Por no poder ayudarte más a veces y por tu
propio sufrimiento. Y es tanto, que se te olvida llorar. Lo dejo aparte porque
he de consolar ese dolor que te mata por dentro.
-Ahora ya no lloras mami
-Si, si lloro cariño. Pero porque después del camino que
hemos realizado juntas, y viendo cómo vas saliendo adelante; ya me doy mis permisos para dejar de serlo...
Ella era la adulta pero gracias a la dificultad de su hija,
aprendió a asumir todo lo que pretendía enseñarle. Se dio cuenta de que cosas
de las que charlaban no se las aplicaba a ella misma y el día que se dio
cuenta, se dirigió hacia el espejo, se sentó delante de él y se mantuvo observándose
así misma hasta que por fin se vio. Fue en ese momento en que las lagrimas empezaron
a resbalar por sus mejillas. Su cuerpo y mente quedaron agotados pero con una
sensación de liberación que no podía compararse con nada.
Madre e hija son "fuertes", pero han aprendido a
darse permisos, a simplemente respetarse mientras se cogen la mano cuando una
de las dos... Simplemente "está cansada de ser fuerte"