En el asiento de un autobús iba un anciano con un ramo de flores frescas en la mano. Al frente, una chica volvía su mirada una y otra vez hacia las flores. Cuando llegó a su parada, el anciano entregó el ramo a la chica con un movimiento rápido, mientras le decía:
-"Ya veo que te gustan las flores, y creo que a mi mujer le gustaría que las tuvieras, así que le diré que te las he dado".
La joven le dió las gracias y se quedó mirando al anciano que, tras bajarse del autobús, cruzó el umbral de un cementerio.
-"Ya veo que te gustan las flores, y creo que a mi mujer le gustaría que las tuvieras, así que le diré que te las he dado".
La joven le dió las gracias y se quedó mirando al anciano que, tras bajarse del autobús, cruzó el umbral de un cementerio.
Dean y Carlos, muchas grácias por descubrirmelo