La sinceridad sin duda
es la base de la confianza en relaciones interpersonales. Sinceridad y
confianza van indiscutiblemente de la mano, ahora bien, la sinceridad sin
prudencia puede hacer efecto rebote en la otra persona. Puede destruir,
ofender, separar y hasta romper.
Esto suele pasar
porque la sinceridad no es un partido en que contra mas goles se marquen,
mejor. Hay que saber utilizarla. Digamos que existe una linea paralela en la
que la sinceridad ha de quedar omitida o cuanto menos tener el tacto correspondiente
para decirla. Si la sinceridad es comentada, tratada con tacto, nunca ocurrirá
lo arriba expuesto. Pero ocurre en demasiadas ocasiones en que se lanzan piedras
rebosantes de sinceridad sin medida. Sin tacto y si le añadimos "repetitiva",
deja de ser una sinceridad sana, constructiva.
En definitiva, para
ser sincero también se requiere "tacto" e incluso meditar en casos
excepcionales si merece la pena y esto no significa encubrir la verdad o ser
vagos al decir las cosas. Entrar en verdades innecesarias, generar espacios muertos, eso no es una sinceridad constructiva.
Vivir las cosas con la emoción de que cada hecho que me ha acontecido, he mostrado mi sinceridad y he mostrado mi honestidad para con la vida, creo que eso es lo que más me satisface a estas alturas y lo que más me ha impactado. Pablo Milanés